Revista de Inclusión Educativa y Diversidad (RIED) 2 de 11
Revista de Inclusión Educativa y Diversidad (RIED), 2025, 3(1) https://ried.website/nuevo/index.php/ried/index
impacta de manera significativa no solo a las personas diagnosticadas, sino también a sus
familias, especialmente durante las primeras etapas del desarrollo (Rogers & Dawson, 2024).
Las demandas de cuidado asociadas al TEA, particularmente en la primera infancia, pueden
generar desafíos emocionales, sociales y económicos considerables, afectando en última
instancia la calidad de vida (CdV) de estas familias (Vasilopoulou & Nisbet, 2016).
El concepto de Calidad de Vida (CdV) ha evolucionado considerablemente en las últimas
décadas. Tradicionalmente, la CdV se asociaba principalmente con indicadores objetivos y
medibles, tales como la salud física, los ingresos económicos y las condiciones de vida. Sin
embargo, en la actualidad, se reconoce que la CdV es un concepto multidimensional que
también incluye aspectos subjetivos, como la satisfacción personal, el bienestar emocional y
las relaciones interpersonales (Shalock & Verdugo, 2007). La calidad de vida familiar (CdVF)
abarca múltiples dominios, incluyendo el bienestar emocional, la salud física, el apoyo social
y el acceso a recursos (Ramírez-Ochoa & Orellana-Yáñez, 2018). Para las familias de niños
con TEA, estos aspectos pueden verse desproporcionadamente afectados por factores como el
nivel funcional del niño, la intensidad de las demandas de cuidado y la accesibilidad a
intervenciones de apoyo (Alabdulkarim, 2023). Además, diversos estudios señalan que la
participación activa de las familias en el entorno educativo favorece tanto el desarrollo del niño
y la mejora la percepción de calidad de vida en el contexto familiar, al fortalecer los vínculos
colaborativos entre hogar y escuela (Dunst, 2004; Turnbull et al., 2000; Zablotsky, 2013). En
este sentido, la implicación familiar actúa como un factor modulador del estrés cotidiano,
especialmente en familias con menores con TEA, al facilitar el acceso a recursos y aumentar
el sentido de control sobre las decisiones educativas (De Rivera Romero et al., 2022; Hastings
& Brown, 2002).
La educación de menores con TEA en la etapa de 0 a 6 años se desarrolla en un contexto
de creciente atención hacia la inclusión y la personalización de los procesos educativos
(Escobar-Villacrés et al., 2024). Por lo tanto, es fundamental comprender las diversas
modalidades educativas disponibles y su relación con la legislación vigente, específicamente
la Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE). La educación
especial ha sido históricamente una opción para niños con TEA, proporcionando un entorno
adaptado a sus necesidades específicas (Escobar-Villacrés et al., 2024). Estas instituciones
están diseñadas para ofrecer recursos y personal especializado que abordan las particularidades
del desarrollo de estos niños. Sin embargo, esta modalidad ha sido objeto de críticas por su
tendencia a segregar a los estudiantes, lo que puede limitar sus oportunidades de interacción
social con pares neurotípicos. Las aulas TEA representan una modalidad intermedia que busca
atender a niños con TEA dentro del sistema educativo regular, pero en un entorno
especializado. Estas aulas cuentan con un equipo docente capacitado para trabajar con las
particularidades del espectro autista, proporcionando un espacio donde los niños pueden
recibir apoyo individualizado y participar en actividades grupales. Esta modalidad promueve
la inclusión, permitiendo que los niños interactúen con sus compañeros en un entorno más
estructurado. Por otro lado, la inclusión en aulas ordinarias con apoyo es un enfoque que busca
incluir a los niños con TEA en el entorno educativo general, brindando adaptaciones y recursos
adicionales según sea necesario. Este enfoque fomenta la interacción con sus pares y la
participación en actividades comunes, lo que puede ser beneficioso para el desarrollo social y
emocional de los infantes. Sin embargo, la efectividad de esta modalidad depende en gran
medida de la formación del personal docente y de la disponibilidad de recursos adecuados.
La LOMLOE, aprobada en diciembre de 2020, refuerza el compromiso del sistema
educativo español con la inclusión y la atención a la diversidad (LOMLOE, 2020). Esta ley
establece principios que buscan garantizar el derecho a una educación inclusiva y de calidad
para todos los estudiantes, independientemente de sus características individuales (LOMLOE,
2020). En este marco, se promueve la necesidad de adaptar los entornos educativos para
atender las necesidades específicas de los estudiantes con TEA, favoreciendo la
implementación de modalidades como las aulas TEA y la inclusión en aulas ordinarias con
apoyo. Además, la LOMLOE enfatiza la formación continua del profesorado y la colaboración
entre profesionales, familias y la comunidad, lo cual resulta esencial para mejorar la calidad
de vida de los niños con TEA y sus familias. A través de estas iniciativas, se espera lograr un
avance significativo en la atención y la inclusión de los menores con TEA en el sistema
educativo, contribuyendo así a su desarrollo y bienestar.